Garantizar el bienestar de empleados y colaboradores debe ser una prioridad en los tiempos que corren, para aquellos que lideran oficinas y organizaciones. Pero ¿cómo perfilar una oficina segura para todos? Seguir un ABC puede facilitar la tarea.
En general, hay que identificar las debilidades en los protocolos de seguridad vigentes, planificar nuevas medidas y preceptos que se adapten a las recomendaciones de las autoridades e involucrar a todo el personal que interactúa en estos espacios.
Una oficina puede considerarse segura cuando se instauran en ella normativas que apuntan a generar bienestar a empleados y colaboradores.
Estas normativas se supervisan y se hacen cumplir a cabalidad. Y de ser necesario cuando, se modifican para mejorarlas.
Es importante adaptar la oficina a estándares de seguridad ajustados a las nuevas realidades para garantizar bienestar a los empleados.
Crear un entorno seguro, una oficina segura, también debe responder al interés ético de cada individuo de cuidarse y de cuidar del otro.
Asimismo, en torno a una oficina segura se erigen ciertas áreas básicas que como tal resultan insoslayables. ¿Ejemplos? Una agenda rigurosa para la sanitización de los espacios comunes, el uso y comunicación oportuna de los canales de difusión de información clave para la seguridad o la procura de material de protección, entre otros.
Instruir, a través de señaléticas, lo que se puede o no se puede hacer para el mejor desenvolvimiento de las actividades en zonas comunes y minimizar riesgos en la oficina, es un recurso válido y práctico.
No habrá excusas para no cumplir las normativas, si están claramente expresadas en cada espacio, sobre todo, en los de mayor flujo de movimiento de empleados, colaboradores o visitantes.
El objetivo primordial de aplicar las señaléticas es marcar el mínimo de distancia personal en pisos y puestos de trabajo, en áreas comunes como comedores, dirigir a las personas a la circulación correcta o dar a conocer de antemano la capacidad de aforo de cada espacio.
También es pertinente echar mano de la señalización para recordar otras normas generales, incluso antes de entrar a la oficina. Como el uso obligatorio de la mascarilla o tapabocas o de la importancia del lavado de manos constante, son ejemplos de ello.
Involucrar a todo el personal como garante de la seguridad de su entorno y el de sus compañeros puede funcionar como motivación para el cumplimiento de las normas.
Cuando el personal comprende que cumpliendo las normas se promueve un entorno de bienestar colectivo, se está acertando en la estrategia de crear una oficina segura.
A la luz de las normas, cada miembro del personal debería asumir los mismos deberes y responsabilidades y ninguno puede sentirse exento de tener que adoptar toda la reglamentación.
Estas normas deben informarse oportunamente, a través de campañas, boletines o charlas, u otros medios predilectos, según las particularidades de la oficina.
Una oficina segura cuenta con material de protección para sus empleados, colaboradores o visitantes, en todo momento y ante cualquier circunstancia.
La posibilidad, por ejemplo, de contar en zonas estratégicas con alcohol en gel, pantallas de acrílico o plástico para separar asientos o escritorios, ofrece entornos más seguros para quienes interactúan en esas áreas.
Igualmente, desde la administración de oficinas se debe proveer de material de protección personal como tapabocas o face shields, para dar respuesta a eventualidades en torno a las condiciones de uso y que el empleado no disponga de uno de repuesto a la mano.
Los protocolos para la sanitización y limpieza de todos los espacios de la oficina deben estar coordinados y bien planificados. Es necesario que se sigan las normativas vigentes dictadas por las autoridades de aplicación.
Se debe poner especial atención en zonas de contacto común, como baños, comedores o áreas de recreación, como terrazas o entradas y salidas de la oficina.
La sanitización de la oficina debe ser cuidadosamente planificada, mucho más, cuando el flujo de personas interactuando es importante.
Empleados y colaboradores también deben hacerse responsables de que las áreas de uso personal estén sanitizadas. Aunque exista un personal de limpieza cumpliendo sus funciones, una vez más la responsabilidad del cuidado siempre es común y compartida.
La educación y concienciación de que la seguridad es tarea de todos debe ser una prioridad.
La procura de una correcta ventilación y una buena circulación de aire son aspectos claves que deben estar incluidos en los protocolos de limpieza y sanitización de toda oficina segura.
Si los empleados se sienten seguros en su espacio de trabajo, serán más productivos. Su foco de atención estará puesto en cumplir con sus actividades y objetivos laborales, en vez de preocuparse por estar poniendo en riesgo su bienestar.
Una oficina segura se traduce en empleados y colaboradores más sanos. Mucho más en época de pandemia, donde todo esfuerzo (personal, como institucional y de las organizaciones) debe contribuir a evitar la propagación del virus causante del Covid-19.
Las medidas de protección y distanciamiento personal llegaron para quedarse. Es necesario tomar medidas y protocolos para hacer de la oficina un lugar más seguro, para empleados, colaboradores y visitantes.
Brindar una oficina segura al equipo de trabajo contribuye en favor de los resultados de productividad.
Sus voluntades estarán más bien enfocadas en cumplir con sus asignaciones, en ser más creativos y contribuir con el crecimiento de la estructura organizacional, que en preocuparse porque su salud esté en peligro.
Podemos resumir el ABC de una oficina segura en los siguientes términos:
En Misión Servir sabemos y entendemos la importancia de crear entornos seguros para empleados y colaboradores, por ello ponemos a su disposición nuestro portafolio de servicios. Queremos ser su aliado en la limpieza de su oficina. Contáctenos.
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